Dulce tentación

De los abelicos de Glea al furor de las cookies de 1968 de Maite y las cheesecakes de Julita, tres paradas explican la nueva geografía del dulce en Murcia
Abelicos de Pastelería Glea.
Abelicos de Pastelería Glea.

Por Cristina Martínez

Un sábado por la mañana, la cola se estira hasta la Catedral. No es para entrar a un museo: es para probar una cheesecake. La escena puede parecer exagerada pero es real y se ha repetido en los últimos años en diferentes locales. La cultura culinaria atraviesa la vida cotidiana y, en Murcia, el dulce ha tomado la delantera. A cada paso, locales especializados reordenan el mapa del antojo y llenan también las redes con recomendaciones, aperturas y productos que se hacen virales. Del desayuno a la merienda, o como broche de una comida, siempre hay un momento para un bocado goloso, y la ciudad responde con propuestas que van de lo tradicional a lo más innovador.

PASTELERÍA GLEA

Si hablamos de dulces en Murcia, es obligado citar Pastelería Glea, abierta el 15 de noviembre de 2015 y reabierta cinco años después tras una reforma que “cuidó todos los detalles”, en palabras de su propietario, Abel Bravo, incluida su ubicación “a un paso de la catedral”. El éxito, subraya, se ha cultivado con paciencia. “Los inicios fueron muy pasionales, malos momentos económicos pero muy bonitos al mismo tiempo, un recuerdo inolvidable que nos sirvió para estar como estamos ahora”, explica. Con una oferta de vanguardia, dulce y salada, Glea se ha hecho incluso con un Solete Repsol.

¿Su sello? La personalidad. “Nos gusta hacer las cosas a nuestra manera”, resume Abel, que firma los abelicos, un dulce inspirado en el monkey bread que versionan con masa de croissant, crema y un toque crujiente. El nombre, guiño a su abuelo, suma carga sentimental a una pieza que ya ha cruzado fronteras regionales. El tirón, explica, se apoya en tendencias de consumo y en redes sociales. “Son productos asequibles, muy atractivos y, sobre todo, muy ricos; a poca gente no le gusta el chocolate”, subraya.

1968 DE MAITE

Entre las casas históricas, Confitería Maite decidió reinventarse con 1968 de Maite, “un espacio nuevo para desarrollar todas las ideas que nos venían a la mente”, explica Antonio Melgares, encargado de Marketing y Producto. Aunque comparten ingredientes, equipo y obrador, 1968 se dirige a un público “algo más joven” por su oferta, su comunicación y su simplicidad de marca: menos referencias y vitrinas pequeñas, cartas que caben “en una pared”, pensadas para una Generación Z que se abruma con opciones infinitas.

Pocos meses tras abrir llegó el boom de las cookies, producto que decidieron “explotar” dentro de una estrategia clara: aprovechar los virales de redes y mejorarlos. Murcia, sostienen, es el escenario perfecto por la calidad de sus profesionales y por una clientela que genera comunidades activas con su feedback. La gran acogida ha impulsado un nuevo local en Juan Carlos I (JCI), más amplio para talleres, eventos y catas.

LAS TARTAS DE JULITA

Una de las últimas llegadas y de las más virales es Las Tartas de Julita, marca alicantina que cumplió un año en la capital el 6 de septiembre con sus cheesecakes. Con cuatro tiendas y dos pop-ups en centros comerciales, su fundadora, Julia Sala, avanza que ya hay “franquicias firmadas” en camino. Elegir Murcia para su expansión fue “un reto”, pero la respuesta confirmó la apuesta. “La gente de Murcia nos ha abrazado desde el minuto uno… El primer día, la cola llegaba hasta la catedral”, recuerda Julia.

Esta joven emprendedora trabajaba en el restaurante familiar y empezó a hacer tartas de queso. Con el paso de los años fue perfeccionando la técnica, desde la receta convencional hasta la suya propia, “la de la clásica, con la que todo empezó”, cuenta. 

Las redes, admite, son grandes potenciadoras del “entra por los ojos”, y multiplican lo que funciona. “Si algo gusta, es probable que más gente intente hacerlo; está genial, en la variedad está el gusto y más oferta significa buena aceptación”. De hecho, cuando abrió su primera tienda en marzo de 2023 fueron “los primeros especializados únicamente en tartas de queso en Alicante y en la actualidad hay más oferta, eso es muy buena señal”, concluye Julia.

De la piel crujiente de un abelico a una cookie aún tibia o a una cheesecake que pide cuchara, Murcia ha trazado su propia geografía del dulce. La fórmula mezcla identidad, redes y precio contenido, pero el denominador común es otro: propuestas con alma que convierten el capricho en ritual y dibujan una ciudad donde el antojo también marca tendencia.

Revista en un click

Suscríbete a nuestra NEWSLETTER

Sé parte de la Élite

Últimas Noticias

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *