La fotógrafa e influencer murciana comparte su viaje de sanación y empoderamiento en su primer libro, ‘El poder de verte bien’, una invitación a mirarse con ternura y reconectar con el propio valor.
Por Concha Alcántara
Miriam Alegría no lo ha tenido fácil en la vida. “Durante muchos años me sentí invisible, fuera de lugar, con la autoestima por los suelos, pero si yo he podido reconstruirme, cualquiera puede”, asegura. Fotógrafa, creadora de contenido y experta en empoderamiento femenino, es una de las mayores influencers de la Región de Murcia.
Con más de un millón de seguidores en redes sociales como Instagram y TikTok, y colaboraciones con marcas como Netflix, Forbes o Amazon, acaba de publicar su primer libro: El poder de verte bien (Montena, Penguin Random House). Una obra que combina relato autobiográfico, herramientas de autoestima y una invitación directa a la transformación personal. En esta entrevista habla del valor de sanar, del éxito sin postureo y de ese momento en que todo cambia. “A veces hay que tocar fondo para descubrir que podemos salir a flote con más fuerza”, subraya.
Miriam, estás en un momento muy especial con el lanzamiento de tu primer libro. ¿Qué te animó a escribirlo?
La necesidad de devolver todo lo que he aprendido a lo largo del camino. Durante muchos años me sentí invisible, fuera de lugar, con la autoestima por los suelos… y cuando por fin empecé a mirarme con amor, sentí que tenía que compartir ese proceso con otras mujeres. Porque si yo he podido reconstruirme, cualquiera puede. El poder de verte bien nace de esa urgencia de ayudar, de tender la mano desde un lugar real, sin postureo, sin filtros.
El título es potente y esperanzador. ¿Qué significa para ti “verse bien” más allá de lo físico?
Verse bien no tiene nada que ver con encajar en un estándar o tener un cuerpo perfecto. Para mí, verse bien es mirarte al espejo y reconocerte con ternura. Es sentir que, incluso con ojeras, celulitis o días grises, mereces lo mejor. Es un acto de amor y de dignidad. Cuando cambias la forma en la que te miras, cambia todo: tus decisiones, tus relaciones, tu vida.
En el libro compartes tu historia de forma muy honesta, desde una infancia difícil hasta el éxito actual. ¿Qué fue lo más duro de escribir y qué parte te hizo sonreír al recordarla?
Lo más duro fue volver a esa niña que nadie veía, que pasaba desapercibida incluso en su propia casa. Ponerle palabras a ese dolor fue remover muchas heridas. Pero también fue sanador. Y me hizo sonreír recordar cómo, a pesar de todo, esa niña tenía una fuerza enorme, una imaginación infinita y unas ganas locas de brillar. Hoy puedo abrazarla desde la mujer en la que me he convertido.
Hablas de temas como los trastornos alimenticios, las relaciones tóxicas o el fracaso escolar.
Sí, porque necesitamos más verdad. Durante demasiado tiempo me escondí por vergüenza. Y cuando empecé a hablar claro, me di cuenta de que no estaba sola. Hay miles de mujeres pasando por lo mismo en silencio. Por eso decidí escribir con el corazón en la mano. Para que quien lo lea se sienta comprendida, no juzgada. Y, sobre todo, acompañada.
Dices que quererse tal como una es puede cambiarlo todo. ¿Cómo lo has logrado tú?
Bueno, yo aún sigo en ese proceso, pero con mucha terapia, con mucha honestidad y con mucho trabajo interno. Pero también con pequeños actos diarios: hablarme con cariño, vestirme para mí, respetar mis límites, perdonarme por los errores. Aprender a quererme no fue un día de revelación, fue un camino lleno de caídas, pero también de descubrimientos hermosos. Y cada vez que elegí quedarme a mi lado, en lugar de abandonarme, gané un poquito más de poder.
¿Qué te gustaría que sintiera una lectora cuando cierre la última página de El poder de verte bien?
Que no está sola. Que es valiosa tal y como es. Que merece todo lo bueno. Y que tiene dentro de sí misma una fuerza brutal, aunque ahora no la vea. Me encantaría que lo cerrara con ganas de mirarse diferente, de cuidarse mejor, de hablarse bonito. Que se reconcilie con su reflejo y se convierta en su mejor aliada.
Para las mujeres que están en ese punto bajo, que sienten que no merecen lo bueno… ¿qué les dirías hoy?
Que yo también estuve ahí. Que entiendo ese dolor. Pero que eso que están sintiendo ahora no define quiénes son. A veces hay que tocar fondo para descubrir que podemos salir a flote con más fuerza. Les diría que se abracen, que se traten con la ternura que le darían a una amiga. Y que nunca olviden esto: sí merecen. Merecen amor, descanso, alegría, respeto. Y merecen su propia mirada amable.
¿Tienes ya nuevos proyectos en mente?
¡Sí! Siempre estoy maquinando cosas, pero realmente mi gran proyecto es ser madre. He compartido mi proceso de infertilidad en redes y, después de tanto tiempo buscándolo, quiero permitirme vivir esta etapa con calma, con presencia y mucho amor. Me gustaría maternar desde un lugar consciente, y aunque sé que no voy a dejar de trabajar porque es mi gasolina, estoy expectante por vivir esa transformación de la que todas las madres hablan.
Y para terminar, ¿qué te hace sentirte poderosa hoy?
Sentirme libre. Libre de comparaciones, de exigencias, de culpas. Poderosa me siento cuando elijo desde el amor y no desde el miedo. Y también cuando una mujer me escribe diciendo: “gracias, me he puesto ese bikini que no me atrevía o, después de diez años, he bajado a la playa”. Porque ahí entiendo que el verdadero poder es compartir luz… para que otras se atrevan a brillar también.