Murcia se viste de luces, emoción y solidaridad con la visita de Richard Gere

Fotografías: Ana Bernal.

Este viernes en Murcia había una expectación poco habitual incluso para un encendido navideño. La visita de Richard Gere, finalmente sin su esposa, Alejandra, se convirtió en un revulsivo emocional para cientos de personas que se acercaron primero al Hospital Virgen de la Arrixaca y después a la Plaza Circular, donde esta noche se iluminó el Gran Árbol de la Navidad. Lo que podía haber sido un simple acto protocolario terminó convirtiéndose en un homenaje colectivo a la sanidad pública, a los niños con cáncer y a la solidaridad.

La tarde arrancó en la terraza del Materno Infantil, donde el actor estadounidense colocó la primera piedra del que será el gimnasio pediátrico más grande de España, un espacio de unos 400 metros cuadrados que permitirá a menores de oncología realizar ejercicio físico personalizado y deporte durante sus tratamientos. La iniciativa, impulsada y financiada íntegramente por la Fundación Aladina, supone una inversión de un millón de euros y representa un avance significativo en la calidad de vida de los niños y adolescentes que pasan largas temporadas en el hospital.

El acto comenzó con casi una hora de retraso, pero la emoción se mantuvo intacta: parecía que la plantilla al completo del hospital estuviera trabajando esta tarde de viernes. La entrada, los pasillos y todas las ventanas que daban al espacio del acto estaban abarrotadas de profesionales y pacientes deseando ver al actor. Varios de los niños que reciben tratamiento en la Arrixaca participaron en la ceremonia y se convirtieron en los protagonistas de la tarde, acaparando la atención de medios y asistentes, que les aplaudieron varias veces mientras esperaban a la comitiva. Finalmente, llegaron el presidente Fernando López Miras, el alcalde José Ballesta, el presidente de la Fundación Aladina Paco Arango, y el director médico del hospital, Carlos Pérez-Crespo, junto al actor.

Gere tomó la palabra para defender con firmeza el valor de la sanidad pública. Contó que cuando su esposa, que es gallega, se trasladó a Estados Unidos quedó “espantada” al comprobar que un país “rico y poderoso” carecía de un sistema público que protegiera a los niños. El actor relató que, en muchas ocasiones, lo primero que preguntan al ir al médico es el número de cuenta del paciente, mientras que aquí, dijo, lo primero que se escucha es una pregunta sencilla: “¿Podemos ayudarte?”. Sus palabras despertaron los aplausos de los asistentes, especialmente cuando aseguró que los estadounidenses tienen “mucho que aprender de Europa” y añadió, no sin cierto tono crítico, que tal vez “con un presidente diferente aprenderían más, particularmente de España”.

El encendido del Gran Árbol de la Navidad

Tras la emotiva visita al hospital, la comitiva se trasladó a la Plaza Circular, donde miles de personas esperaban el encendido del Gran Árbol de la Navidad. Las puertas se habían abierto a las 18:00 y el ambiente ya era un hervidero de familias, música y entusiasmo tras el retraso acumulado, que amenizó el show piromusical, un espectáculo infantil de la Pandilla de Drilo y el concierto de Carlos Jean, encargado de poner ritmo a una noche que será recordada durante mucho tiempo.

Los niños de la Fundación Aladina acompañaron al alcalde y al actor durante la cuenta atrás, en un momento que unió la celebración navideña con el espíritu solidario que había marcado toda la tarde. El alcalde fue el encargado de darles paso a todos. Cuando Gere apareció en la plaza Circular, estalló en un grito colectivo de alegría. Fue entonces cuando mantuvo que «somos seres de luz y estas celebraciones sirven para eso, para recordarnos que lo somos».

Murcia vivió hoy algo más que un encendido navideño. Vivió un acto de humanidad, de reconocimiento a quienes sostienen la sanidad pública y de apoyo a los niños que cada día enfrentan la enfermedad con una fortaleza admirable. Richard Gere, con su presencia y sus palabras, puso voz a un mensaje que resonó con fuerza: la salud y la infancia no pueden depender de la cuenta bancaria de nadie. Y esa idea, en plena antesala de la Navidad, iluminó la ciudad tanto como el gran árbol que ahora ya brilla en la Plaza Circular.


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