Maru Quiñonero: Cuando el color piensa

Obra de Maru Quiñonero.
Obra de Maru Quiñonero.

Por Elena Fuentes

En un arte saturado de gritos visuales, Maru Quiñonero propone un susurro. Su lenguaje abstracto no necesita explicar nada: habla con color, con vacío, con texturas y, sobre todo, con tiempo interior. Desde su estudio en Madrid, esta artista murciana reinventa la pintura como campo de resonancia sensorial y emocional, fusionando lo tangible con lo mental. Su obra es un manifiesto silencioso de que la belleza, en el siglo XXI, sigue siendo revolucionaria.

No parte de la forma: parte del color. Lo estudia, lo siente, lo interroga. Su paleta es resultado de una sinestesia controlada, un laboratorio visual donde tonos como una “i” azul o un nombre malva emergen desde lo sensorial. El uso sinestésico y emocional del color funciona como estructura narrativa. En series como Aurora, Color and Vacuum o Lo Azul, el color deja de ser decorativo para transformarse en arquitectura visual: campos cromáticos que funcionan como volúmenes silenciosos en diálogo con el vacío blanco. Su azul explora la forma, el vacío y la emoción.

A través de técnicas mixtas que incluyen acrílico, grafito y pastel, Maru crea piezas que no solo son visualmente atractivas, sino que invitan a la introspección. Los vacíos y las formas sencillas de sus obras parecen respirar, como si tuvieran vida propia. La fusión armónica entre dibujo y pintura, sin jerarquías, permite que el espectador se sienta inmerso en el espacio de la obra, donde el color se convierte en una presencia tangible.

A lo largo de su carrera, Maru ha logrado internacionalizar su propuesta sin perder la autenticidad que la define. Ha expuesto en ciudades como Nueva York, Londres, París y Taipéi, y sus obras han sido bien recibidas en el mundo del arte global. Sin embargo, a pesar de su creciente proyección, sigue manteniendo una profunda conexión con sus raíces murcianas, como lo demuestra su reciente exposición en el Palacio Almudí de Murcia, donde presentó su serie La Extranjera en 2025.

Su arte no solo se percibe en la superficie, sino que invita a un análisis más profundo sobre la belleza y su relación con la crítica social. Su obra es elegante y reflexiva. Para Quiñonero, la belleza no es superficial, sino una forma de resistencia, una manera de desafiar la banalidad del mundo contemporáneo. Esta reivindicación de la belleza como crítica silenciosa se refleja en cada una de sus piezas, que no buscan impresionar con lo obvio, sino provocar una reflexión pausada y significativa en el espectador.

Celebremos con ella —a quien considero una de las artistas más interesantes de la escena contemporánea— su capacidad de reflexión, de contemplación y, sobre todo, el reconocimiento de que el arte, en su forma más pura, sigue siendo una de las maneras más profundas de reivindicar y experimentar el mundo y la vida.

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