FOMO

Vivimos en modo FOMO (Fear Of Missing Out), que es el miedo a perderse algo. Por eso compramos entradas para conciertos que se celebrarán dentro de más de un año, y no hablo de entradas para grupos internacionales que tocan en España una vez cada diez años, no, hablo de grupos de la Región que probablemente toquen varias veces el mismo año y haya más de una oportunidad de verlos.  

Pero salen a la venta las entradas y nos ponemos en cola de dos horas, refrescando la pantalla cada 10 segundos, porque necesitamos comprar esas entradas ya para un concierto que se celebrará dentro de 14 meses. Ponemos nuestros nombres y apellidos en las entradas, para que controlen quién va a qué, y pagamos dos entradas nominales, normalmente bastante caras, para ir con otra persona con la que ni siquiera sabemos si nos apetecerá ir a un concierto en 2026.  

Ese miedo a no ir al concierto del año nos atenaza, y hace que en menos de 24 horas 20.000 personas hayan pensado lo mismo que nosotros y las entradas estén agotadas.  

Y por supuesto, después hay que subir a redes las fotos del concierto o del festival, para que quede constancia de que no nos perdemos nada.  

Vivimos en un constante miedo a no ir a tal evento, no tener entradas para tal fiesta o perdernos lo que será el acontecimiento del año, cuando hay acontecimientos del año cada día. Miedo a no estar donde está todo el mundo, a no hacer lo que hace el resto y a no poder vivir la misma experiencia o hablar del mismo tema porque nos lo hemos perdido.  

Conozco mucha gente que compra abonos para festivales en preventa, sin conocer los grupos que actúan, y después andan como alma en pena intentando venderlos porque no les gusta ningún grupo.  

Frente al frenético FOMO, que controla nuestras vidas, se encuentra la tendencia JOMO (Joy Of Missing Out) que es el placer de perderse las cosas, de decidir no estar donde está todo el mundo, sin que nos pese no haber comprado esas entradas, y de hacer otras cosas, o no hacer nada, que también es una buena forma de fluir, centrarse en el presente, en uno mismo y conectarse con la vida.  

Para mí, que empecé a ir a conciertos el siglo pasado, es agobiante esta organización anticipada, que no deja nada a la improvisación, no permite decidir hacer cosas cuando nos apetecen, no podemos comprar una entrada a última hora, ni pasar por la peluquería a que nos corten el pelo si cita, ni ir a tomar el aperitivo a un bar porque está todo reservado desde hace diez días. ¿Progreso o retroceso hacia una sociedad cada vez más controlada? 

La semana pasada me llegó la invitación de un amigo a su 50 cumpleaños, que se celebrará en noviembre de 2026. A este paso vamos a tener que empezar a apuntar eventos en la agenda de 2027.



Confianza y servicio

Estamos en una época de suma crisis, de mucho desconcierto, de inseguridades, de dolor, de…

Leer más

Revista en un click

Suscríbete a nuestra NEWSLETTER

Sé parte de la Élite

Últimas Noticias

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *