Juan Antonio Pedreño: “La economía social no busca socios más ricos, sino una sociedad más rica”

Juan Antonio Pedreño.
Juan Antonio Pedreño.

Fotografías: Juanchi López

Al frente de Ucomur, de la organización estatal CEPES y de la estructura europea Social Economy Europe, hay un solo hombre, Juan Antonio Pedreño, que se ha erigido en la voz más influyente de la economía social en España y una de las figuras de referencia en Europa. Desde Murcia, donde lleva más de cuatro décadas impulsando el cooperativismo, ha contribuido a la construcción de un ecosistema que hoy es modelo internacional y que este año ha situado a Murcia como capital española y europea de la economía social. Conversamos con él sobre los retos, los logros y su propio compromiso personal con este modelo empresarial más humano.

Para comenzar, ¿qué le motivó inicialmente a dedicarse al cooperativismo y a la economía social? 

La economía social ni siquiera existía como concepto en aquella época. Yo había vuelto de la mili, estábamos en plena crisis del 81–82, no había trabajo y me dedicaba a vender electrodomésticos. En mi pueblo, Los Garres, el cura nos propuso a Carmelo Sánchez, Juan Antonio Pina y a mí crear un centro de enseñanza aprovechando las escuelas parroquiales. Las rehabilitamos con nuestro propio dinero y nos planteamos: “¿Cómo creamos una empresa en la que nadie sea el jefe de los demás?”. La solución que nos propusieron fue formar una cooperativa. Ninguno sabía lo que era, pero la necesidad –el desempleo absoluto– nos llevó a crearla. 

Su formación es en Ciencias Químicas y más tarde en Cooperativismo y Economía Social. ¿Cómo pasa uno de la ciencia a liderar un modelo empresarial tan distinto al tradicional? 

Yo estudié Químicas, igual que Carmelo, y luego incorporamos a Juan, que es médico. Pero la realidad social del país era durísima: no había empleo. Mientras estudiaba había trabajado de todo: en la construcción, en la fábrica con mi padre, vendiendo cartones en un bingo, como representante por Albacete, vendiendo electrodomésticos… La cooperativa surgió como una alternativa para ganarse la vida y poco a poco me fui adentrando en ese mundo. Fue después cuando ya me formé en cooperativismo, una vez que el trabajo práctico me había empujado a ello. 

Usted preside la Unión de Cooperativas de Trabajo Asociado de la Región de Murcia (UCOMUR) desde 1986. ¿Cómo ha evolucionado el sector en la Región desde entonces? 

En los años 91–92 había entre 300 y 400 cooperativas y unas 3.000 personas trabajando. Hoy hay cerca de 2.800 cooperativas y casi 100.000 empleos en el conjunto de la economía social regional. Es el mayor crecimiento relativo en España y somos la región con mayor número de cooperativas. Murcia es referente nacional. Hemos trabajado bien, poniendo propuestas realistas, apoyando a muchas personas y sin crear estructuras gigantes. Y, sobre todo, con un grupo de gente que ha creído en esto con una convicción casi religiosa. 

A nivel nacional usted preside CEPES desde 2008, y a nivel europeo Social Economy Europe desde 2015. ¿Qué supone compatibilizar los tres ámbitos regional, nacional y europeo? 

Lo más importante son los equipos de cada organización. Gracias a ellos y a su esfuerzo es posible hacer realidad muchos proyectos. A nivel personal compatibilizar los tres niveles exige dedicar muchísimo tiempo. Es un trabajo full time.  Si no estás enamorado de esto, es imposible que lo lleves. Imposible. Tienes que sacrificar dos cosas importantes: mucho tiempo de tu familia y, desde luego, absolutamente el tuyo personal.

 

¿Cuáles son los principales retos en cada uno de esos y cómo se afrontan? 

En lo local y regional, el reto es que ayuntamientos y comunidades mantengan políticas activas: Murcia, Cartagena y Lorca ya destinan fondos y la Región tiene seis pactos por la economía social, más que ninguna otra. A nivel estatal, España tiene una estrategia país, fondos europeos de recuperación y una ley pionera en el mundo. Hay una apuesta clara. En Europa, el reto fue lograr reconocimiento político. Cuando llegué en 2015, Europa no miraba la economía social. Conseguimos una resolución del Parlamento Europeo y, en 2021, el primer Plan de Acción Europeo. Ahora se está revisando qué se ha hecho estos primeros cinco años. 

Este año la Región de Murcia ha sido capital española de la economía social. ¿Cómo surgió esa idea y qué significa para la Región? 

Durante años no propuse Murcia como capital de la economía social para evitar interpretaciones, siendo yo presidente de CEPES. Dejé pasar Teruel, Valencia, Santiago, Cádiz, Toledo… Pero si quería traer una cumbre europea aquí, Murcia debía ser la capital española. La Región reunía las condiciones y todas las instituciones lo sabían. Gracias a ello, hemos celebrado aquí la primera gran cumbre europea fuera de Bruselas, con todas las instituciones reunidas. 

¿Qué es lo que más le ha llenado este año? ¿De qué se siente más satisfecho? 

De la unión del sector. Hemos hecho más de cien actividades: carreras, actos de todo tipo, presentaciones de libros, encuentros universitarios con un Premio Nobel, una escultura en Santo Domingo, los Premios de la Economía Social Europeos y una cumbre europea. Y hemos puesto Murcia en el mapa europeo. El 70% de las 650 personas que vinieron nunca habían estado aquí. Se fueron encantadas 

¿Qué proyectos clave está impulsando? 

Ahora tenemos un reto, que es crear la Confederación Empresarial Murciana de la Economía Social, para que en los temas “gordos” de representación, una voz hable por todos. Además, impulsamos dos proyectos clave: la nueva sede de Ucomur, que abrirá en 2026 y la primera Academia de Emprendimiento Juvenil de España, que se pondrá en marcha en el primer trimestre del próximo año para que miles de estudiantes conozcan los sectores de futuro y el emprendimiento cooperativo. 

¿Cuáles son los valores distintivos del modelo de economía social frente al modelo empresarial tradicional? 

Resiliencia, compromiso con el territorio, permanencia y democracia interna. Cuando hay crisis, las cooperativas ajustan sueldos para mantener el empleo. No se deslocalizan: donde nacen, permanecen. Y priorizan el valor de la persona sobre el capital. 

¿Qué le inspira personalmente para seguir apostando por este modelo? 

Yo soy un enamorado de los valores de la economía social. He visto cómo mucha gente encuentra la felicidad creando una cooperativa y cómo cambia su vida cuando, en un momento sin trabajo, le ayudamos a poner en marcha un proyecto propio. Ese agradecimiento, esa ilusión por acompañar a las personas a construir una vida mejor y un entorno mejor, priorizando siempre el valor de la persona por encima del capital, es lo que me mueve cada día. Esa otra forma de hacer economía, de hacer empresa, es lo que a mí me motiva cada día. 

Usted lleva muchos años en este campo. ¿Ha habido momentos difíciles o crisis que pusieran a prueba el modelo? ¿Qué lecciones extrajo? 

La peor crisis fue la del inicio. Estuvimos casi dos años sin cobrar nada, bajando sueldos para aguantar. Éramos jóvenes y creíamos en el proyecto. La lección es que la unión de las personas sostiene el modelo. O salíamos todos, o no salía nadie.

¿Con qué sueña para la economía social en la Región en cinco o diez años? 

Me gustaría que el talento joven se incorpore en mayor volumen al mundo cooperativo. Para mí, más allá de la visibilidad, ese es el gran reto. Y no es fácil en un mundo tan mercantilista. Hoy se crean proyectos y startups muy buenas, pero enseguida se venden Queremos que los jóvenes descubran otros valores: solidaridad, sostenibilidad, igualdad, reducción de desigualdades. La Academia de Emprendimiento Juvenil y el Hub de Vanguardia van en esa línea: son piezas de un proyecto a diez años vista. En ese plazo tiene que crecer el cooperativismo, tiene que entrar más juventud y debemos tener una Región de Murcia más comprometida con valores de igualdad, democracia y colaboración. Ese es el reto.  

En un mundo digital, global y sostenible: ¿cómo encaja la economía social? 

Hemos encargado un estudio sobre sectores emergentes 2030–35: digitalización, energía, economía circular, cuidados. El cooperativismo tiene un papel clave en todos ellos. No podemos seguir formando jóvenes para sectores vulnerables. La economía social encaja en la transición ecológica, en la digitalización y en las nuevas competencias. 

¿Cuál ha sido el papel de las administraciones públicas y qué espera de ellas? 

Ha habido una apuesta real. La Región es la única comunidad con seis pactos por la economía social. España tiene estrategia país, ley pionera y fondos europeos. Europa tiene Plan de Acción. Pero deben seguir apostando por políticas estables y duraderas, y por la visibilidad. 

Después de tantos años al frente de Ucomur, ¿piensa en la sucesión? 
Dependo de los que quieran los socios. Ellos serán los que decidan, pero hay gente muy buena en todos los niveles. Llevo 40 años en Murcia, 18 en España y 11 en Europa y ha sido un placer poder contribuir al bienestar de tantas personas. Hay gente buenísima en todos los niveles. Lo importante es que quien venga tenga compromiso. Los equipos técnicos ya están preparados. El día que yo diga “hasta aquí he llegado”, porque quiera voluntariamente o porque algún tema de salud me obligue, hay gente suficiente para asumir los cargos. No hay problema con eso. 

Para finalizar, ¿qué mensaje lanzaría a los lectores de la revista, tanto empresas como profesionales? ¿Por qué la economía social importa para esta región y para nuestro futuro? 

Porque genera oportunidades reales, ilusión y futuro. Porque no prioriza el dinero, sino a las personas y al territorio. Porque lucha contra el cambio climático y por la reducción de desigualdades. La economía social no busca socios más ricos, sino una sociedad más rica, que es lo que en definitiva perseguimos con todo esto.



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