María Jesús Poyato: Querido miedo

Si tuvieras que escribirle una carta a tu miedo, ¿qué le dirías?

En este artículo me gustaría compartirte la que yo le escribí a mi miedo hace ya algunos años. Una carta que me transformó, ya que me ayudó a soltar mucha presión y a disfrutar cada una de mis intervenciones en público.

Sé que no es fácil reconocerlo, yo también he pasado por eso… pero también sé que el precio a pagar es mucho más elevado si no nos atrevemos a enfrentarlo.

Según los estudios, un 75% de la población mundial padece algún sentimiento de nerviosismo o ansiedad a la hora de hablar en público. Es decir, que 3 de cada 4 personas sufren glosofobia (miedo a hablar en público), sobre todo cuando se exponen ante un público numeroso o cuando los están grabando. Así que, si también te ocurre, déjame decirte que es normal.

La buena noticia es que la habilidad comunicativa, como habilidad blanda o soft skill, se puede entrenar, al igual que la gestión emocional, aplicando las técnicas y herramientas adecuadas y realizando dinámicas o ejercicios como el que te propongo: escribir una carta a ese miedo, mientras respiras lenta y profundamente.

Mi carta decía así:

Querido Miedo,

Sé que estás ahí, te he sentido muchas veces. Ese nudo en el estómago, las palmas sudorosas, el corazón acelerado, la mente en blanco… Sé que, en el fondo, me estás protegiendo. Quieres evitar que me exponga, que cometa un error, que sea juzgada o que no sea “suficiente”. Durante mucho tiempo te he escuchado. Te he dejado decidir por mí, susurrándome que lo mejor era quedarse en silencio y pasar desapercibida.

Pero hoy la historia cambia.

Hoy te escribo no para despedirme de ti por completo —sé que eres una parte natural de la respuesta humana ante lo desconocido y lo importante—, sino para redefinir nuestra relación. Ya no serás el director de orquesta de mis intervenciones, sino un miembro más, quizás un compañero incómodo, pero al que ya no le cedo el control.

He aprendido que esa energía que generas, esa adrenalina que me recorre, no tiene por qué paralizarme. Puede ser el combustible que me impulse, la chispa que encienda mi pasión por lo que tengo que compartir. Estoy descubriendo que la verdadera fuerza no reside en tu ausencia, sino en la capacidad de sentirte y, aun así, seguir adelante.

Sé que me pedirás perfección y me recordarás cada pequeño error. Pero he decidido que mi objetivo ya no es la perfección, sino la conexión. Quiero que mi mensaje llegue, que mi pasión inspire, que mi autenticidad resuene. Y para eso necesito ser yo misma, con mis fortalezas y mis imperfecciones, incluso contigo presente.

Así que, querido Miedo, te doy las gracias por recordarme que lo que hago es importante. Pero a partir de ahora, yo tomaré las riendas. Te permitiré sentarte en primera fila, pero solo como un observador. Yo seré quien decida, quien hable, quien conecte y quien brille.

Estoy lista para dar voz a mis ideas y mostrar quién soy, y voy a hacerlo contigo o a pesar de ti.
Con cariño,

Mi voz que ya no se calla.

Después de leerla, te invito a que escribas la tuya. ¿Estás preparado/a? ¡Adelante, valiente!

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