Alfonso Torres, fundador de la mítica discoteca de La Manga, repasa la trayectoria de una propuesta que ha marcado el ocio nocturno de varias generaciones y sigue reinventándose sin perder su esencia.
Por Concha Alcántara | Fotografías: Ana Bernal.
Fue la fiesta del año. Acróbatas, flamenco, performances diversas, música en directo, comida y bebida a gogó, y hasta una tarta gigante con sorpresa incluida… “Aquí estuvo todo el mundo”, asegura Alfonso Torres, uno de los socios fundadores de la mítica discoteca Trips, situada a la entrada de La Manga y que ha celebrado su 40 aniversario con una fiesta por todo lo alto. Casi 2.000 personas acudieron a la celebración en la que los invitados disfrutaron de un espectáculo constante hasta altas horas de la madrugada. “Cada cinco minutos pasaba algo”, cuenta Torres. “Lo pasamos muy bien”, asegura satisfecho.
Y es que no es fácil llegar a cumplir 40 años con un establecimiento dedicado al ocio nocturno. Muy pocos lo han logrado. Lo subraya Torres durante la charla para este reportaje en su despacho, situado en una moderna zona encima de la misma discoteca unos días después del multitudinario acontecimiento. Sentado en uno de los confortables sillones frente a su mesa, con un cuadro que retrata la discoteca como un auténtico oasis de colores vivos, obra de sus amigos los Muher, habla con cercanía sobre la trayectoria de la mítica discoteca que marcó un hito cuando se abrió en 1985.
“Discotecas con 40 años en España hay muy pocas. Y en La Manga ya no queda ninguna más que nosotros”
- Fíjate, discotecas con 40 años en España hay muy pocas. Y en La Manga, ya no queda ninguna más que nosotros. En toda España, está Pachá, alguna más en Madrid. Pero lo normal es que los empresarios se cansen, se hagan mayores y no haya relevo generacional.
- ¿Da vértigo?
- Sí, porque el tiempo pasa rápido, pero he tenido una vida muy afortunada, muy intensa. Soy un aventurero, he viajado mucho. No entiendo cómo hay gente que se aburre, con tantas cosas interesantes por hacer. A mí me falta tiempo.
- ¿Cuál fue la inspiración para crear Trips?
- Pachá. Pachá era Ibiza e Ibiza era Pachá. Era lo único que había entonces, un sitio emblemático que nos dejaba alucinados. Veíamos el nivelazo que había. Lo que más admiraba era el nivel de preparación de las fiestas, la categoría de los DJ y, sobre todo, los clientes. Ibiza tenía un turismo de muchísima calidad. Y queríamos algo así, aquí.
Los comienzos de un sueño
En los primeros años 80, lo habitual en la Región de Murcia eran las discotecas cerradas, con escasa iluminación y un ambiente muchas veces áspero. En ese contexto irrumpió Trips, un proyecto tan arriesgado como revolucionario, ideado con una ilusión desbordante pero pocos recursos. Alfonso Torres junto a dos socios, Evaristo Torres y Alfonso Zaragoza, apostó por un concepto nuevo, que había empezado a germinar en su cabeza tras recorrer algunos de los templos del ocio nocturno más emblemáticos del mundo.
Visitaron los mejores locales de Ibiza, Miami, la Costa Azul, y otros lugares donde el ocio se vivía al aire libre, entre palmeras, con grandes equipos de sonido, ambientación envolvente y clientela exigente, en busca de inspiración. Ellos viajaban con lo justo, comían barato, dormían en hostales, pero salían cada noche a aprender. A observar, tomar notas, absorber ideas. La falta de medios se compensaba con una energía inagotable y grandes dosis de ilusión.
- Era apasionante ir conociendo discotecas por el mundo, aprendiendo de los mejores. Éramos jóvenes con poco dinero, pero aprendimos mucho. Acertamos bastante con el diseño. Una discoteca al aire libre, de verano, fresca, divertida, pensada para un público joven.
- ¿Tuvisteis éxito desde el principio?
- Sí, porque estábamos convencidos de lo que hacíamos. Habíamos recorrido mucho mundo. Estuvimos en Ibiza, en Miami, en la Costa Azul… Habíamos visto y aprendido mucho.
Aquel aprendizaje lo tradujeron en una propuesta inédita para la zona: una suerte de jardín del Edén nocturno, un jardín vibrante convertido en discoteca. Trips abrió con palmeras, piscinas, una iluminación cuidada y un potente sistema de sonido. Era una experiencia inmersiva cuando nadie sabía todavía qué significaba esa palabra. Nada que ver con la típica discoteca cerrada, con porteros bravucones y ambiente cargado. Esto era otra cosa. Una fiesta bajo las estrellas. “Fue algo muy impactante para la gente de aquí”, recuerda Torres, que aún se emociona al rememorar aquella época. Trips no solo había creado una discoteca, había creado un destino y un estilo.
Y la respuesta fue inmediata. Desde el primer verano, los llenos fueron continuos, las colas diarias durante todo el verano. El impacto fue tal que, desde entonces, ha sido difícil pensar en La Manga sin pensar en Trips, el gran referente de ocio del verano para toda la región y más allá. The place to be. Fue la primera gran discoteca al aire libre de la zona y puso el listón muy alto. Al contrario que otras discotecas de moda que abrían y cerraban con los años, Trips perseveró. Convirtió la noche en un espectáculo y logró algo todavía más complicado: mantenerse en lo alto durante décadas.
Una revolución que no se detiene
El éxito de aquellos primeros veranos no fue casualidad. Detrás había una fórmula tan sencilla como efectiva: trabajo, riesgo y mucha pasión. También una capacidad especial para captar tendencias, para adelantarse, para traer a Murcia lo que ya triunfaba fuera. “Estábamos convencidos de lo que hacíamos”, insiste Alfonso Torres.
Trips ofrecía una experiencia completa: música de calidad, entorno cuidado, ambiente festivo pero seguro. Era una discoteca, sí, pero también un punto de encuentro, un escenario de historias personales. “Mucha gente se conoció aquí. Hoy vienen sus hijos y me lo cuentan”, dice Torres con orgullo. Historias de parejas que se conocieron bailando, de amistades que nacieron entre risas, de veranos inolvidables.
Una de sus señas de identidad fue la apuesta por traer artistas en directo, tanto cantantes como DJs de primer nivel, muchos de los cuales despegaron poco después hasta convertirse en grandes referentes. Por su cabina pasaron nombres como David Guetta y sobre su escenario actuaron grupos míticos como Hombres G o Radio Futura en sus inicios, además de artistas actuales de gran proyección como Karol G, Viva Suecia, Leiva o Arde Bogotá. “Entonces venían con cachés mucho más asumibles. Ahora llenan estadios y encabezan festivales, sus cachés se han disparado”, señala.
A lo largo de los años, Trips ha evolucionado sin perder su esencia. Ha sabido leer los cambios de hábitos y adaptarse sin traicionar su identidad. Y a pesar del auge del tardeo, sigue siendo un templo vivo del ocio nocturno. “Aquí la noche no se ha perdido. Nosotros cerramos a las 6 o 7 de la mañana con 3.000 personas dentro. Seguirían aquí más si los dejáramos”, subraya.
- Después de 40 años, ¿hacia dónde va Trips?
- Hemos hecho mucho pero queda mucho por hacer. Los sueños siguen existiendo y las ilusiones no se han perdido. Este año, por ejemplo, en Trips estamos poniendo en marcha fiestas nuevas que antes no teníamos.
La discoteca ha diversificado su oferta musical con fiestas temáticas como Borneo (novedad de este año), Sugar o Forever Young, dedicada a la música de los 80-90. Y ha incorporado nuevos espacios, como la zona gastronómica o el rooftop para completar la experiencia. “Hacemos cosas que nos divierten a nosotros mismos. Y si a nosotros nos divierte, seguro que al público también”, resume.
También impulsan desde hace tres años el festival Hermosa Fest, que se celebra en octubre para alargar la temporada y traerá este año a nombres como Rozalén, La Casa Azul, Álvaro de Luna o Travis Birds.
A sus 40 años de vida, Trips está en plena madurez. No es solo un negocio consolidado, es un emblema de ocio. Un símbolo de cómo la intuición, la creatividad y la perseverancia pueden levantar algo grande incluso en un entorno limitado por la estacionalidad o la falta de infraestructuras turísticas. Torres, que no bebe ni fuma y mantiene una vida muy activa, sigue volcado en el proyecto con el mismo entusiasmo del primer día. “Nunca hemos perdido la ilusión. Invertimos gran parte de los beneficios en mejorar el local. Seguimos viajando, observando, aprendiendo. Esa es la clave”, asegura.
“Nunca hemos perdido la ilusión. Seguimos viajando, observando, aprendiendo. Esa es la clave”
Mientras sueña con una La Manga más ambiciosa, con hoteles de calidad, suelo destinado al uso turístico y mejor conexión con el resto del país, él sigue haciendo lo que mejor sabe: ofrecer noches inolvidables. “No hemos ganado lo que deberíamos por la inversión y el sacrificio que esto ha supuesto. Pero lo hemos pasado bien. Hemos conocido a muchísima gente, hemos hecho amigos. Y eso es de lo mejor que te puede dar un negocio como este”.